La magia detrás de Penny Hardaway

DB

Relato de Pat Williams

Si el Draft NBA de 1992 había sido pan comido, el de 1993 fue exactamente lo contrario. Fue una verdadera prueba para los nervios más templados. Pero, al final, tuvimos nuevamente la enorme fortuna de llevar a Orlando algunos elementos de máximo talento. Sin embargo, en comparación con la facilidad y buena fortuna con que habíamos adquirido a Shaquille O´neal, nuestra adquisición de Penny Hardaway fue una labor de tener los pelos de punta y estar comiendo las uñas todo el tiempo.

En el draft de 1993, había cuatro jugadores universitarios de máximo nivel que lograron colocarse en sitios de altura en el draft de la NBA. El más destacado de ellos era Chris Webber, quien acababa de terminar dos años de gran éxito en Michigan. Teníamos la gran necesidad de contar con un poderoso delantero, y Chris tenía el poder que requeríamos. A partir del momento en que ganamos el sorteo del ’93, todo el mundo -los aficionados, la prensa, y la organización Magic- daban por hecho que elegiríamos a Webber. En mi mente, teníamos el utópico sueño de tener a Shaq y Chris Webber jugando juntos durante los siguientes diez años, convirtiéndose así en el dúo dinámico del baloncesto de los noventa.
Obviamente entrevistamos a todos los jugadores y observamos sus demostraciones, incluyendo a un agradable joven de Memphis, llamado Anfernee Hardaway. Pero había algo innegable en la mente de todos: Chris habría sido una elección excelente. Todos concedíamos en ello, salvo John Gabriel, nuestro director de operaciones. Por alguna razón, el no podía quitarse de la mente a Anfernee “Penny” Hardaway.

Amén de esto, ciertos acontecimientos se suscitaban en el lejano Hollywood, y que acabarían por afectar la conformación del equipo de la Magia de Orlando. Shaquille O’Neal y Penny Hardaway estaban haciendo una película juntos. Cada día en el set de la cinta Blue Chips, se veía a Shaq y Penny platicar juntos, acudir ante las cámaras juntas, y jugar baloncesto juntos. Incluso cuando John Gabriel le pedía a Shaq su opinión sobre Hardaway, él decía: “¡Oigan, Penny es nuestro hombre! ¡No podemos pasar a este tipo por alto! ¡Él va a ser un superestrella!”

Al mismo tiempo, Penny y su agente no dejaban de anunciar: “ Penny quiere estar en Orlando, y Orlando necesita a Penny Hardaway.” Finalmente, un día antes del draft, John Gabriel no pudo aguantar más y dijo: muy bien Penny, vas a regresar a dar otra demostración”. Ahora bien, ¡como comprenderán esto es prácticamente insólito! En la víspera del Draft, los prospectos de la NBA no se desplazan a las instalaciones de los aspirantes a obtener las franquicias a fin de realizar más demostraciones.

penny02Simplemente no ven a nadie. Esperan a que su nombre se convoque. Pero ahí estaba el joven Penny, en vuelo hacia Orlando para una demostración a gran escala.  John  le dijo:

“Penny, dime que necesitas para la demostración y yo lo haré por ti”.  A eso le llamo yo un buen inicio.

Y Penny dijo: “Todo cuanto quiero es una hora de peloteo. Todo cuanto requieras saber de mi te lo voy a demostrar.”

Así que en el transcurso de una hora, en el gimnasio de una iglesia, empezaron a moverse por toda la cancha. Penny hizo todo sobre ese enduelado. Jamás olvidaré como terminó esa escaramuza: Penny anotó una canasta de tres puntos de largo alcance para ganar ese juego en particular, y me refiero que debe haber sido un tiro de más de diez metros de distancia. Entonces, imperturbable, se acercó a nosotros y nos miró como queriendo decir: “¿Algo más que pueda hacer por ustedes? ¿ya han visto lo suficiente?”

Pues sí, ya habíamos visto suficiente. Penny salió del gimnasio, tomó un taxi y se dirigió al aeropuerto para volar con destino a Detroit, donde se celebraría el Draft. John Gabriel, Bob Vander Weide y yo simplemente nos quedamos ahí en la cancha, viéndonos las caras y sacudiendo la cabeza.

-John-dije-, ahora sí que realmente has revuelto las cosas. Sabíamos que la decisión que teníamos que tomar era difícil.

Otra papa en este estofado para el entrenador Don Nelson de los Warriors de Golden State. Don me había estado llamando casi a diario desde que ganamos la lotería. Nos había tocado la primera elección, en tanto que los guerreros de Don habían obtenido la tercera. Su equipo necesitaba desesperadamente a un gran elemento y querían a Chris Webber. Él solía insistir en que estaba dispuesto a dar un grueso paquete de elecciones de Draft siempre y cuando le ayudáramos a conseguir a Webber.

-Si toman a Webber en su primera elección y nos lo da- decía él. Nosotros tomamos a Hardaway en nuestra tercera opción y se los cedemos, y además, les daríamos tres opciones futuras más de Draft.

El hombre había estado haciendo variantes de su oferta durante varios días, aun antes de que decidiéramos echar un vistazo a Hardaway, y yo le había estado respondiendo: ¡no, no, no! Webber es a quien queremos, no a Hardaway.” Pero de pronto, Penny Hardaway había cautivado nuestros corazones, y la oferta de Don empezó a parecernos bastante atractiva.

Uno de los mayores dolores de cabeza que enfrentamos fueron las expectativas de los medios informativos y de los aficionados con relación a Chris Webber. Todos dan por un hecho que él estaba destinado para Orlando. Chris, el jugador número uno del país, era destacado, había jugado muchos juegos en tv nacional y su nombre se había convertido en todo un  portento entre los aficionados de la NCAA. Todo el mundo sabía que nosotros urgentemente requeríamos llenar la posición que Webber jugaba, y sería totalmente descabellado no elegirlo.

Penny, por otro lado, no era un jugador tan glamoroso, a tal grado visible, pese al hecho de haber sido designado en dos ocasiones jugador del año de la Gran Conferencia del Medio Oeste y de haber sido elegido para formar el primer equipo All-American en 1993. El público y la prensa no habían presenciado ese juego en el gimnasio de la iglesia participando en las pláticas que sostuvimos, la química que pudimos constatar entre Shaq y Penny, allá en California. Si tomabamos a Penny en lugar de Chris, sabíamos que eso generaría una explosión de tal magnitud entre los aficionados que la Gran Explosión sería como una pistola de petardos comparado con ello.

Dos horas antes del Draft, seguíamos sufriendo al agonía mental de no saber qué hacer. Así que me senté a un lado de John Gabriel, o miré directamente y le dije:

-John, olvídate del público, olvídate de los medios, de tus entrenadores, de todo el mundo. ¿Qué es lo que te dicta tu corazón? Desde lo más profundo de tus entrañas. ¿Qué es lo que deseas hacer?

-Quiero conseguir a Hardaway. Tenemos mayores probabilidades de ganar campeonatos con Shaq y Penny que con Shaq y Webber.

-Entonces, John,  hagámoslo.

Así que reunimos a todo el grupo de la oficina principal del Magic, incluyendo a Bob Vander Weide. John dio a conocer sus sentimientos. Todos estuvimos de acuerdo. Penny era nuestro hombre; negociaríamos a Webber para que pasara a los Warriors. De modo que llamamos a Don Nelson y cerramos el trato para las tres primeras selecciones del Draft. Sólo quedaba un problema: aún no se le informaba de esto al público.

El Draft se desarrolló, y conforme a las reglas de la NBA, tomamos a Webber. Como podrán imaginarse, nuestros aficionados, los diez mil de ellos que se hallaban reunidos en la fiesta del Draft enloquecieron. Veinte minutos después se dio la noticia de que habíamos intercambiando a Webber. Fue mi tarea caminar en compañía de Bob Vander y explicar nuestra decisión. Mientras salíamos de la oficina, vi una silueta de cartón de tamaño natural de Penny que nos llegó como material de propaganda. Así que la recogí y la llevé al estrado a fin de que me ayudara a impulsar las porras. Sólo que no hubo porras.

En lugar de ello, había diez mil personal en extremo descontentas que exigían saber qué idiota había sido el responsable de intercambiar a Chris Weeber. Una sola mirada a través de la marejada de hostilidad y me imaginé que bien podía ser ésa la misma multitud que había perseguido a Boris Karloff hacia el molino en llamas de la clásica cinta de Universal, Frankenstein (¡la horquillas y antorchas anticipaban una muerte inminente!). Vivíamos una situación en la que no había la menor posibilidad de ganar, y de la que probablemente tampoco sería posible escapar. Simplemente no había forma de acallarlos. Lo más que pude hacer fue levantar el anuncio de Penny Hardaway (utilizándolo en parte como escudo) y gritar a través del micrófono: “Esta noche, amigos, están abucheando, pero Penny convertirá sus abucheos en porras.”

Y entonces bajamos de la plataforma, de hecho fue más bien una rebatiña dignificada. Esas palabras fueron lo único que se me ocurrió para poder salir de ahí antes de que las botellas empezaran a volar. Pero ¿saben qué? Tales palabras fueron proféticas, absolutamente proféticas.

Naturalmente, Penny tuvo que ganarse el respeto del público. Sus primeras semanas con la Magia no fueron fáciles. Algunos de los primeros comentarios de los aficionados y de la prensa no fueron nada amables no sólo hacia la organización de la Magia sino para Penny. Tan pronto como él empezó a mostrar sus habilidades en la cancha, su velocidad, su agilidad, sus tiros, sus bloqueos sin esconder sus pases, resultó difícil hallar una persona en Orlando que admitiera haber dudado de nosotros.

-El poder de Penny– Fragmento del libro “The Magic of Teamwork” escrito por Pat Williams.


Pat Williams nació el 3 de mayo 1940. Es un orador motivacional y gestor deportivo, actualmente se desempeña como Vicepresidente Senior del Orlando Magic en la NBA. Williams comenzó su carrera como jugador en las Ligas Menores de béisbol, y más tarde se unió a la oficina principal de su equipo. A finales de 1960 se trasladó al basquetbol, siendo gerente de equipos como Bulls, Hawks y Sixers. Su mayor logro fue el título en 1983 con los Philadelphia 76ers, posteriormente se convirtió en pieza clave en la creación del Orlando Magic.

Pat Williams también es autor de libros como “Daly Wisdom: Life lessons from dream team coach and hall-of-famer Chuck Daly”, “How to Be Like Mike: Life Lessons about Basketball’s Best”, “Coach Wooden’s Greatest Secret: The Power of a Lot of Little Things Done Well”, entre otros.


 

Next Post

AF1: La legendaria fuerza de Nike

En 1982 el baloncesto necesitaba del tipo de revolución que ocurre cuando la invención y la visión se enfrentan con el respeto: innovación elocuente; es decir, basada en un conocimiento profundo del deportista y del deporte. Entonces, comenzó un vínculo sostenido entre la marca Nike y los deportistas. Bruce Kilgore, […]