Después de la decepcionante y efímera participación en los playoffs de la temporada pasada, las Aces decidieron hacer un cambio al margen y se separaron del entrenador Bill Laimbeer. Luego le ofrecieron a la ex leyenda de la franquicia, Becky Hammon, un contrato a largo plazo por $ 1 millón de dólares por año, para convencerla de que dejara los San Antonio Spurs y regresara a la WNBA. Hubo mucha discusión sobre ese acuerdo, que es el más jugoso para un entrenador en la historia de la liga, pero resultó ser una de las mejores decisiones que haya tomado la organización de la dinastía Davis.
Hammon implementó un sistema ofensivo moderno que elevó a todo el equipo. Obtuvieron el primer sembrado general con un récord de franquicia de 26 victorias y se jactaron de tener la segunda mejor ofensiva en la historia de la liga (índice ofensivo de 109.6). Ahora, son campeones de la WNBA por primera vez en la historia.
En el proceso, Hammon hizo su propia historia al convertirse en la primera ex jugadora en ganar un campeonato como entrenadora en jefe y la primera entrenadora de la WNBA en ganar un título en su primera temporada. Que lo haya hecho con la franquicia con la que jugó durante casi una década (SA Stars) solo lo hace más interesante.
Hammon silenció a sus críticos como jugadora con una carrera de 16 años en la WNBA, y ha asombrado al mundo del baloncesto al entrar en un campo dominado por hombres y se mantuvo firme bajo el cobijo del legendario Gregg Popovich. Luego de varias temporadas acumulando minutos y experiencias al lado de Popovich, su momento de gloria llegaría un 30 de diciembre del 2020; en un encuentro de temporada regular ante los Lakers, y restando 3:55 para culminar la primera mitad, Popovich fue expulsado del partido, fue así como el mando pasó a manos de Hammon, convirtiéndose así en la primera mujer en dirigir oficialmente un encuentro de la NBA.
