La historia no contada de cómo Nike le robó a LeBron James a Reebok y Adidas

La historia no contada de cómo Nike le robó a LeBron James a Reebok y Adidas

Era la primavera de 2003. LeBron James, un estudiante de secundaria de 18 años con un físico de 1,93 m y 109 kg, no solo se preparaba para ser la primera selección del Draft de la NBA; se enfrentaba a una decisión financiera que definiría su patrimonio más que cualquier contrato con una franquicia. Mientras sus compañeros decidían a qué universidad ir, LeBron tenía a tres gigantes corporativos —Reebok, Adidas y Nike— librando una batalla campal por sus pies.

Esta es la crónica de cómo el «chico de Akron» rechazó el dinero rápido para perseguir un legado.

El jaque mate fallido de Reebok: 10 millones al instante

La primera parada fue la sede de Reebok en Boston. La compañía, dirigida por Paul Fireman, no se anduvo con rodeos y presentó una oferta mareante: 100 millones de dólares por diez años. La cifra dejó atónita a la sala, superando por mucho los 40 millones que Nike había pagado a Tiger Woods en 1996.

Pero Fireman quería cerrar el trato ahí mismo. Sacó su chequera, firmó un cheque por 10 millones de dólares y lo deslizó sobre la mesa hacia LeBron. La condición era simple: si LeBron firmaba con Reebok en ese instante, se llevaba el cheque. Si salía de la habitación para hablar con Nike o Adidas, el dinero desaparecía.

Para un joven cuya madre, Gloria, pagaba 22 dólares de alquiler subsidiado y usaba cupones de alimentos, ese cheque era un boleto de salida inmediato de la pobreza. Sin embargo, contra todo pronóstico y con una frialdad impropia de su edad, LeBron devolvió el cheque. Quería escuchar a todas las partes.

El desastre corporativo de Adidas

Adidas tenía la ventaja emocional. Sonny Vaccaro, el legendario ejecutivo que fichó a Jordan, había cultivado una relación cercana con LeBron y Gloria. Los llevó a una mansión en Malibú con vistas al Pacífico para cerrar el trato.

Se esperaba una oferta garantizada de 100 millones. Sin embargo, en un giro de última hora dictado desde la sede en Alemania, el contrato final incluía cláusulas de rendimiento que bajaban la garantía a unos 70 millones. Vaccaro, furioso y avergonzado por la falta de palabra de su propia empresa, supo que habían perdido. Adidas se eliminó sola de la carrera.

El factor Jordan y la «Tierra de Fantasía» de Nike

Nike jugó sus cartas de manera diferente. En Beaverton, Oregón, crearon una experiencia personalizada: desde edificios con imágenes de atletas inmortales hasta llenar la sala de conferencias con Fruity Pebbles, el cereal favorito de LeBron.

Más importante aún, ya tenían el producto. Lynn Merritt le presentó las Zoom Generation I, una silueta inspirada en el Hummer de LeBron. Al probárselas, LeBron se visualizó en la NBA. Sentía que encajaban.

La Decisión Final: Legado sobre Dinero

La batalla final fue de números contra sueños. Reebok regresó con una oferta final masiva: 115 millones de dólares, mientras que Nike, tras una presión de última hora del agente de LeBron, subió su oferta a 90 millones.

La matemática era clara: firmar con Reebok significaba 25 millones de dólares más en el bolsillo. Pero para LeBron, Nike significaba Michael Jordan. Significaba grandeza histórica y marketing épico.

En una cena tardía, comiendo papas fritas, LeBron tomó la decisión que cambiaría la industria del deporte para siempre. Eligió dejar 25 millones sobre la mesa para unirse a la marca del Swoosh. Su razonamiento fue puramente aspiracional: quería volar en el mismo aire que su ídolo.

Como él mismo dijo a sus agentes esa noche: «Quiero ir con Nike». El resto es historia.


Extracto del libro «LEBRON» por Jeff Benedict.