La hazaña de los 12 Guerreros en el premundial del 2013

DB

Por Pablo Cormick (FIBA)

“La expectativa, evidentemente, no era llegar a ser campeones. Íbamos con la idea de poder competir y de que México, después de un par de ediciones sin participación, empezara a construir una selección nacional que estuviera presente en todos los torneos internacionales, que los jugadores pudieran representar a su país en cada oportunidad y a partir de eso generar una identidad. En lo estrictamente deportivo, buscábamos ser competitivos, cambiar esa imagen de individualidad y empezar a jugar como un equipo”. Así recuerda Sergio Valdeolmillos, siete años después, el panorama con el que afrontó su primer torneo de las Américas. El entrenador español, al igual que el resto de los protagonistas, no imaginaba conducir a México a la gloria. Sorprendieron a todos y se sorprendieron a sí mismos.

El seleccionado mexicano no se había clasificado a la competencia continental que se disputaría en Venezuela entre el 30 de agosto y el 11 de septiembre de 2013. Sin embargo, una sanción recibida por la Federación de Panamá le abrió la puerta para ir a jugar. Esa fue la invitación a una fiesta que México decidió aprovechar a toda orquesta.

El recorrido del campeón comenzó ante el anfitrión, en un Poliedro de Caracas completo y enfervorizado. Los mexicanos no se dejaron absorber por el entorno y se llevaron el triunfo por 65-56, con 22 puntos y 18 rebotes de Gustavo Ayón. Para Valdeolmillos, ese paso inicial fue fundamental: “Desde el primer día fuimos construyendo a partir de objetivos pequeños, partido a partido. El debut para nosotros era muy importante, aunque yo era consciente de que no iba a ser determinante, porque era contra el organizador y un buen equipo como Venezuela. Sabía que ganarles en el primer juego en su casa nos generaría seguridad y muchas cosas positivas. Habíamos disputado un amistoso contra ellos, que nos sirvió bastante, y además tuvimos más tiempo para preparar ese partido que cualquier otro -y lo hicimos a consciencia- porque una vez que comenzara el torneo, jugaríamos prácticamente todos los días. Salimos muy mentalizados. Además, sabíamos que Venezuela tenía cierta presión -de hecho hizo una primera fase bastante titubeante-. Ese triunfo sirvió para posicionarnos. Lo que nos dimos cuenta desde el inicio del torneo, es que el aspecto defensivo sería un detalle táctico prioritario, por eso fuimos incidiendo cada vez más en ese tema. Lo importante es que la defensa fuera una cuestión colectiva y no de jugadores que lo hicieran bien por separado. Eso luego se trasladaría al resto del juego. En ese inicio descubrimos que podíamos hacer algo más, aunque no sabíamos hasta dónde llegaríamos.”

En los dos encuentros siguientes, México continuó por la senda del éxito. Paraguay, el equipo más débil del campeonato no fue un obstáculo difícil de sortear: 87-65, con 17 puntos de Orlando Méndez. Luego, República Dominicana tampoco fue un escollo complicado: 85-61, con 26 de un acertadísimo Méndez. El sol brillaba para el equipo de Valdeolmillos. Sin embargo, aparecieron un par de nubarrones en forma de derrotas. Ante Argentina, en el cierre de la primera fase, por un contundente 98-78. Después, en el comienzo de la segunda ronda, frente a Canadá por 89-67. Así lo rememora el entrenador: “En principio esos eran los dos equipos más potentes. Canadá tenía varios NBA y Argentina llegaba con un sistema ya establecido durante años y con jugadores de experiencia. En esos partidos pagamos ese sentimiento de inferioridad. Salimos a la cancha pensando que no éramos capaces de ganarles. Tras esas caídas nos dimos cuenta que no habíamos competido a nuestro mejor nivel, que deberíamos haber tenido otro comportamiento y que mentalmente no habíamos afrontado esos partidos como debíamos. Esto nos sirvió para analizar todo y llegar a las semifinales con otra mentalidad. Nos exigimos subir un peldaño, nos comprometimos a competir al 200% de nuestras posibilidades y hacer lo mejor posible en lo que dependiera de nosotros”.

La recuperación llegó con tres victorias que le dieron a México el primer gran premio: la clasificación a la Copa del Mundo, evento del que había participado por última vez en 1974. Venció a Uruguay 87-73, con 17 puntos de Ayón, a Jamaica 100-89, con 25 de Héctor Hernández, y a Puerto Rico 66-59, con 13 de Noé Alonzo.

Los mexicanos ya se habían transformado en la gran sorpresa del torneo, pero no se conformarían con eso. El rival de semifinales era Argentina, con Luis Scola como líder y Facundo Campazzo en franco crecimiento. En un duelo memorable, los norteamericanos se impusieron 76-70, con 24 puntos y 12 rebotes de Ayón. Sin dudas, Valdeolmillos había logrado convencer a sus jugadores de que eran capaces de todo y así lo explica: “En este tipo de torneos es muy importante borrar de tu mente el partido pasado, hayas ganado o perdido. Trabajamos bien ese aspecto y tuvimos una dinámica positiva. El desarrollo colectivo a nivel defensivo nos dio la creencia de que en ataque nos faltaba pasarnos más el balón y ser tan solidarios como en defensa. En el transcurso del torneo, fuimos superiores a casi todos defensivamente, reboteábamos bien y lo hacíamos como un equipo. En ataque logramos dejar de ser tan individualistas para transformarnos en un conjunto que se pasaba la pelota y era generoso. La claves fueron la motivación de volver a enfrentarnos a Argentina y el haberles inculcado que no se trataba de que Gustavo Ayón, Orlando Méndez o Jorge Gutiérrez jugaran bien, sino de que todos lo hicieran. En ese partido, Lorenzo Mata tuvo un gran trabajo defensivo y en ataque se vio beneficiado por lo que generaban sus compañeros. Ese fue un ejemplo de lo que nosotros buscábamos transmitirles a los jugadores”.

En la gran final esperaba Puerto Rico. En el duelo previo, los boricuas habían reservado a sus tres estrellas: José Juan Barea, Carlos Arroyo y Renaldo Balkman. Para la búsqueda de la medalla dorada, todos a la cancha. “Habíamos enfrentado a Puerto Rico en el último partido de la segunda fase. Sabiendo que no se jugaban nada, consideraron que no era realmente importante prepararlo. Mientras que nosotros hicimos lo contrario porque yo pensaba que si les ganábamos y luego nos tocaba tenerlos como rivales en la final, mis jugadores saldrían con más confianza y seguridad a partir de ese antecedente inmediato. A raíz de eso, cuando efectivamente jugamos ante Puerto Rico en la definición, lo hicimos de tú a tú y nos quedamos con el triunfo”, repasa Valdeolmillos. Esa final, en la que el coach español fue expulsado en la primera mitad, tuvo un desarrollo muy cambiante. México se impuso 91-89, con 23 puntos de Jovan Harris. Otra brillante actuación de Ayón (20 puntos y 16 rebotes) lo hizo merecedor del premio al jugador más valioso del torneo. El merecido reconocimiento al pivote fue el cierre de oro para un logro que superó ampliamente los sueños de los más optimistas.

De esa manera, México consiguió su único título continental. Una proeza que será aún más gigante con el transcurso del tiempo. Valdeolmillos la pone en contexto: “Posiblemente haya sido el hito más importante de la historia del baloncesto mexicano. Aunque, quizás lo más relevante no haya sido ser campeones de América, sino demostrar que con orden, preparación, exigencia y una planificación adecuada se podía llegar lejos. Les dimos a los jugadores la importancia que se merecen y demostramos que México, que es una potencia en baloncesto, podía conseguir grandes objetivos. Es un país en donde el baloncesto gusta mucho y tiene la capacidad de estar muy por delante de lo que está hoy. Para ubicarlo donde merece necesita constancia, continuidad, seriedad y perseverancia. Eso se consigue con una federación organizada y jerarquizada que defienda y les dé protagonismo a sus jugadores”.

Los 12 Guerreros, como se popularizó a este equipo mexicano, escribieron la página más gloriosa del básquetbol de su país. Lamentablemente, esa gran gesta no se pudo prolongar en el tiempo. La llama quedó encendida un par de años más y de a poco perdió calor. Aún México está a tiempo de reavivar ese fuego. Revisar aquella épica actuación de 2013, con todo lo positivo que la rodeó, puede servirle de guía.

https://twitter.com/DonBaloncesto/status/1304475138163748864
Next Post

El irónico destino de Elgin Baylor

Elgin Baylor (nacido el 16 de septiembre de 1934) es de esos talentos que llegan de uno en cada millón: podía pasar, manejar y lanzar el balón como pocos aleros en la historia de la NBA. Por otra parte, hay que apuntar que Baylor es una de las leyendas más […]