Los libros de récords no mienten. Oscar Schmidt, la leyenda brasileña, es el máximo anotador de todos los tiempos en la historia olímpica con 1,093 puntos en 38 juegos disputados con la verde amarela. Adicionalmente, Schmid sumó a su palmarés otras estadísticas que muestran lo especial que fue en el baloncesto internacional.
«Mão Santa» participó en cinco Juegos Olímpicos y en cuatro Copas Mundiales de FIBA con algunas actuaciones impresionantes, como el récord olímpico de 55 puntos que sumó contra España en los Juegos de Seúl de 1988.
Seleccionado en la sexta ronda del Draft de la NBA de 1984, dejó pasar la oportunidad de jugar con los New Jersey Nets para poder seguir jugando para Brasil. En aquellos días, los jugadores de la NBA no estaban permitidos en la competencia internacional y Oscar no quería perder el derecho de ponerse el jersey del equipo nacional.
Después de una gran carrera en la que Oscar fue incluido en el Salón de la Fama del Naismith Memorial y también de FIBA, un recuerdo de su época como estrella del equipo nacional de Brasil ocupa el número uno.
En Indianápolis, durante la final de los Juegos Panamericanos de 1987, Oscar comandó a su equipo para acabar con el anfitrión frente a una gran multitud (16,408 asistentes) que abarrotó el Market Square Arena, antigua casa de los Indiana Pacers. Brasil dominó la Final logrando sacar 20 puntos de diferencia y Oscar, que tenía 29 años, sumó 35 de sus 46 puntos en la segunda mitad juego para llevar a su equipo a un trepidante triunfo por 120-115.
Fue un resultado significativo por una razón. Llegó solo un año después de que un equipo estadounidense (repleto de futuros jugadores de la NBA como David Robinson, Steve Kerr, Sean Elliott, Muggsy Bogues, Brian Shaw y Armand Gilliam), ganara la Copa del Mundo de Baloncesto FIBA en España. En aquella ocasión, el equipo de las barras y las estrellas venció a Brasil en las semifinales por 96-80.
El equipo norteamericano de los Juegos Panamericanos de 1987 también estaba lleno de talento. Tenía futuros jugadores de la NBA como David Robinson, Willie Anderson, Pooh Richardson, Ricky Berry, Danny Manning, Pervis Ellison y Fennis Dembo; y el jugador que hizo el tiro ganador para Indiana en el Campeonato de la NCAA de 1987 contra Syracuse, Keith Smart.
La derrota ante Brasil en Indianápolis fue solo la tercera en la historia de los Juegos Panamericanos para USA Basketball, y también fue la segunda vez desde 1951 que Estados Unidos no había alcanzado el podio.
Pero no todo fue miel sobre hojuelas para Oscar. En los Juegos Olímpicos de Seúl, la estrella brasileña se perdió un tiro del potencial empate en el último minuto de los cuartos de final contra la Unión Soviética. Su intento desde la esquina, mientras estaba vigilado de cerca por Alexander Volkov, rebotó en el borde del tablero para que el legendario Arvydas Sabonis se quedara con el balón.
Rimas Kurtinaitis selló la victoria de la URSS al encestar un triple para el triunfo sobre los brasileños por 110-105. A la postre, los soviéticos sumaron victorias sobre los EE. UU. y Yugoslavia, para conseguir su última medalla de oro en el baloncesto olímpico y de la Copa del Mundo, todo esto poco antes de la caída de la Unión Soviética. Cuatro años después, en Barcelona, Sabonis, Kurtinaitis y el guardia estrella de la URSS, Sarunas Marciulionis, jugaron para Lituania y ganaron una medalla de bronce.
Oscar ha hablado a menudo de esa falla, pero también sobre su juego en Indianápolis, que realmente fue un momento inolvidable para el baloncesto latinoamericano.
Cuando Oscar estuvo en los Juegos Olímpicos de Río, no solo los jugadores elite como Klay Thompson lo buscaron, sino también los periodistas estadounidenses que le preguntaron sobre lo sucedido en 1987. Su respuesta siempre fue la misma:
«Ese juego fue la mejor parte de mi vida porque le probamos al mundo entero que era posible vencerlos», dijo «Mão Santa».
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Fuente: FIBA
